sábado, 15 de febrero de 2014

BRENNENDES GEHEIMNIS

SECRETO QUE QUEMA (1933)

Nota: Salvo un par de párrafos, este articulo sigue en líneas generales el capítulo 6 “De Stefan Zweig a Josef Goebbels” del excelente libro monográfico dedicado por la Filmoteca Española a Robert Siodmak, al que me remito. La labor del bloguero se ha limitado a completar la información de dicho artículo, reeditarlo e ilustrarlo gráficamente. El mérito de esta entrada, si es que existe, corresponde en exclusiva al autor del libro: Hervé Dumont.


 Brennendes Geheimnis. Una producción de Alfred Sternau para Deutsche Universal-Film A.G. Dirigida por Robert Siodmak. Guion: Frederick Kohner, Alfred Polgar  y Robert Siodmak, basado en la novela original de Stefan Zweig. Música: Allan Gray. Canciones: Allan Gray y Max Colpe. Dirreción de fotografía: Richard Angst y Robert Baberske. Montaje: Max Brenner. Dirección artística: Hans Blanke, Robert A. Dietrich y Ruth Sternau. Intérpretes: Willi Forst, Hilde Wagener , Hans Joachim Schaufuss, Lucie Höflich, Alfred Abel, Ernst Dumcke, Alfred Beierle, Hans Richter, Rina Marsa, Heinz Berghaus. ByN. 85 ms.

En 1932, Robert Siodmak ficha por la Deutsche Universal-Film A.G., filial en origen de la Universal Pictures fundada por el alemán Carl Laemle, que se había convertido en una suerte de refugio para los judíos alemanes y otras personalidades “sospechosas” a los ojos del tercer Reich. La Deutsche Universal estaba dirigida por el húngaro Joe Pasternak (director de producción) y el checo Paul Kohner (director artístico). La productora distribuyó todos los films de la Nero (a cargo del judío Seymour Nebenzahl), incluidos los últimos y sospechosos films de Lang y Pabst (”El Testamento del Dr. Mabuse” y “La Ópera de los Tres Peniques”), antes del advenimiento del Führer. Recordemos que Pasternak ya había tenido la arrogancia de distribuir en Alemania la película pacifista americana “Sin Novedad en el Frente”, que provocó en el Reich todo tipo de protestas y prohibiciones.

La novela del vienés Stefan Zweig; “explorador del alma en sus sobresaltos más pequeños y representante de un realismo psicológico a lo Thomas Mann o Romain Rolland”.

El fichaje de Siodmak tiene como objetivo elevar el nivel artístico de la producción que, en los últimos años, tras la marcha de Wilhem Dieterle a Hollywood, había sufrido algunos reveses. Paul Kohner cede a Siodmak total libertad para filmar lo que le apetezca. Su elección resulta ser una obra maestra: “Brennendes Geheimnis” (Secreto que Quema), basada en la novela del vienés de origen judío Stefan Zweig. La película más bella de su periodo alemán... y también la peor conocida hasta fechas recientes, pues fue prohibida nada más estrenarse y sólo se conoce una copia existente (procedente del Staatliches Filmarchiv de Berlín Este).

Dos versiones conocidas: una muda, de 1923, y otra moderna, de 1988. Las dos pecaban de los mismos defectos:artificiales y melodramáticasA finales de la década de los 50, tanto Kubrick como el propio Siodmak, intentaron rodar nuevas versiones.

Zweig cuenta el desasosiego de un muchacho hipersensible, y su “confusión de sentimientos” cuando se da cuenta que el mundo adulto está alimentado de mentiras y falsedades; su madre inicia una relación con un Don Juan y la pareja intenta engañarle; el niño pasa de la idealización al odio, para pasar a continuación a una especie de complicidad misteriosa e instintiva con su madre. El argumento es verdaderamente delicado; exige mucho tacto y quizás una afinidad psicológica particular, lo que felizmente se da en el caso de Siodmak, que debió sentir cierta afinidad personal por la historia de un rico exuberante judío indiferente hacia su esposa, y su hijo, un niño con la sensibilidad a flor de piel en el que el cineasta creyó quizás reconocerse.

La belleza nostálgica de la obra se refuerza por los exteriores (maravillosos panoramas otoñales), “gouaches” de luz y bruma.
  
La película es producida por la Tonalfilm-GmbH, una pequeña sociedad sin capital financiada por la Deutsche Universal. El presupuesto es apretado. Se encarga un primer guión al escritor Fiedrich Kohner (quien también emigró a Hollywood poco después de la realización de este film). El libreto no gustó a Siodmak, que encargó nuevos diálogos al crítico literario Alfred Polgar. El resultado final fue objeto de numerosas modificaciones a cargo del propio Siodmak y el jurista berlinés Friedrich Kal Kaul, buen amigo suyo, que no aparece acreditado en los títulos del film.

 Tanto el botones del hotel como la señorita La Roche, una simpática buscona, introducen a Edgar en el mundo de los adultos.
Terminado el libreto, se contrató a dos figuras vienesas en la cima de su popularidad: Mady Christians y Willi Forst, para interpretar a los amantes. Forst, actor y director a su vez, convence a Siodmak para sustituir a la nerviosa Christians por una compañera más madura y elegante: Hilde Wagener, una de las principales actrices del Wiener Burgtheater. Esta será la primera película de la actriz, cuya belleza calmada y aire melancólico la convierten en perfecta para el papel. La contratación del niño protagonista se realiza a través de un concurso público, promovido por el propio Siodmak, del que resulta elegido Hans joachim Schaufuss, de 10 años.

Willy Forst se aproxima al hotel. El logotipo del coche se asemeja a la mirilla de una escopeta. ¡El cazador busca a su presa!

El rodaje comienza el 10 de noviembre en el estudio berlinés de la Cicerostrasse, y se continúa a partir del 25 en exteriores en Ascona. El lugar donde ocurre la acción se traslada, pues, a un centro turístico moderno de la suiza italiana. La época también se traslada de primeros de siglo a la época contemporánea, los años 30. El seductor ya no será un barón ocioso, pariente de la corte imperial, sino un corredor de automóviles. Deseoso de asistir al rodaje, Stefan Zweig, mal informado se desplaza a Arosa (en vez de Ascona), donde intenta en vano encontrar al equipo de rodaje. Nunca verá un metro de película, pues mientras Siodmak acaba el montaje, Adolf Hitler toma el destino de Alemania en sus manos.

El timbre de las habitaciones del hotel identifica al personal por sexo. 

 Willi Forst coquetea con la atractiva limpiadora: “Siempre que llame a este botón… ¿será usted quien acuda?”

“Brennendes Geheimnis” es el drama de un alma inocente enfrentada por primera vez a las mentiras, a las traiciones, a los secretos inconfesables de los adultos. Edgar descubre que se han aprovechado de él, que sus sentimientos han sido manipulados, su presencia considerada molesta; sufre (él, que se siente “mayor”) de no ser más que el punto de contacto de una relación de la que no intuirá sino oscuramente su lado erótico. La adaptación es ejemplar: las modificaciones son lógicas y sensatas y los añadidos no alteran la esencia del texto. Frente a la simplicitud psicológica del texto de Zweig (es una de sus primeras obras), tan influido por las teorías de Freud, la película gana en fuerza y autenticidad, pues profundiza también en el personaje del amante (y en la del niño, que en la novela tiene un carácter pasivo y únicamente reacciona, no actúa, salvo en el giro final) y posee una ligereza, un sentido del humor y una autenticidad en los detalles de los que la novela carece.

 Una escena maravillosa. el juego de miradas que se suceden entra la casada solitaria y el Don Juan de temporada. 

Willi Forst se gana la confianza del pequeño Edgar. Al niño también le gustan los coches. 
  
El cambio del texto a la película ha sido operado sobre todo en el personaje de Edgar, al optar el cineasta por la verosimilitud psicológica a expensas del manierismo estético del escritor. Su Edgar posee una limpieza exterior, una naturalidad, un frescor que acentúan el impacto dramático del relato. Hilde Wagener, como la madre, encuentra acentos conmovedores en su belleza mundana que se niega para mejor entregarse. Incluso Willy Forst matiza el retrato del Don Juan, metarfoseándolo en un amble irresponsable, oscilando de la súplica afable a la exigencia exagerada de un adolescente retrasado: Siodmak le contempla con mirada siempre burlona. El dramatismo cede paso a la ironía. Así, amputada de su coloración neurótica, de sus estallismos exacerbados, la película gana en fuerza y, paradójicamente, en ambigüedad psicológica.

 El Don Juan muestra sus encantos: toca el piano para los residentes del hotel e interpreta un número de videncia, una excusa para permanecer a solas con la madre unos minutos. 

 Un paseo turístico les permite estrechar lazos.

  El paisaje (y los sentimientos) se confunde durante el trayecto. El horizonte ya no parece tan claro.

En este sentido, cabe destacar la maravillosa escena del sueño, que incluye fotografía granulada, iluminación expresionista, escenas sin sonido ambiente, diferentes velocidad, sobreimpresiones, uso del gran angular para deformar los rostros y decorados distorsionados... efectos habituales desde el cine mudo, y más concretamente, de la película “Secretos de un Alma” de George W. Pabst, que fue el primero en llevar al cine los traumas freudianos y la explicación de los sueños, que tanto influirían en los surrealistas (y concretamente, en Buñuel, que también utiliza todos estos recursos, que ahora parecen limitados al género de animación). La escena del sueño:

 La escena del sueño: "Me lleva-ré a tu ma-má...". 

El final de la pesadilla: Willi forst y Hilde Wagener escapan a bordo de un vehículo, mitad coche mitad tranvía. 

Mientras tanto, en la vigilia, los ominosos presagios de Edgar parecen cumplirse. 

 Los cigarrillos: un detalle revelador. La traición se ha consumado. 

 Edgar se enfrenta a su némesis: el amor de la madre está en juego. 

El mundo de los adultos es demasiado complicado para un crío de 12 años. Edgar huye asustado. El paisaje romántico queda convertido en un bosque oscuro y amenazador, de raíces expresionistas. 

La diferencia de enfoque con el texto de Zweig se evidencia sobre todo en la conclusión final. Zweig escribe: “(Edgar) siente los besos y las lágrimas (de su madre), y las toma como señal de reconciliación, de agradecimiento por su silencio. Muchos años más tarde, reconoce en esas lágrimas mudas la promesa de una mujer envejecida: a partir de entonces no iba ella a vivir más que para su niño, una vida de renuncia a la aventura y a las aspiraciones personales”. Siodmak desentimentaliza la escena por completo: mientras que el niño solloza en su cama, la madre, pensativa, se sienta cerca de él; gentilmente, vuelve el rostro del niño con una mano, forzándole a mirarla. Entonces le anuncia sonriendo que ya es un adulto. Edgar duda entre el orgullo y la incredulidad, se seca los ojos, y pegunta: “¿Es cierto?”. La madre responde simplemente que “sí”, le ordena ligeramente la ropa de la cama, se levanta y baja las celosías, sumergiendo poco a poco la habitación en una melancólica penumbra.

 El final no está exento de ambigúedad: Edgar guarda el secreto de su madre... pero ésta permanece rehén de sus mentiras y a merced de su hijo.

El estreno de la película tuvo lugar el 20 de marzo de 1933. Director y protagonistas, los músicos de la película, se encuentran en la sala. Ante el estupor general, la película se proyecta sin títulos de crédito: sólo son nombrados los actores. Al parecer, una llamada telefónica de la oficina de Josef Goebbels habría amenzadao a la Deutsche Universal con prohibir la película si no se eliminaban de los títulos de crédito todos los nombres judíos. Al término de la proyección, un torrente de aplausos desborda la sala. La acogida se entiende como una forma de manifestación política.

Una obra maestra. Un film maldito... que ahora podemos encontrar en Internet, en páginas especializadas.

La crítica aplaudió la película con una rara unanimidad. El Licht-Bild-Bühne dijo: “nos encontramos aquí en presencia de un caso rarísimo en el que una película es muy superior a la obra literaria –de calidad, sin embargo, que la inspira.” Lotte H. Eisner: “Así nace un auténtico Kammerspiel. Las relaciones entre las personas están esbozadas con ternura, a veces con un solo cruce de miradas... Robert Siodmak capta esta atmósfera psicológica hecha de detalles en sus más mínimas vibraciones”. El New York Times muestra su entusiasmo: “Burning Secret es una película de una delicadeza, de una sutilidad extraordinaria..., una película de la que hay que acordarse”. Y Georges Oulmann, enviado de L´intransigeant añade: “Esta película, que es al menos, una maravilla cinematográfica, tiene calidades artísticas y téncias indudables. Robert Siodmak es un gran artista de la clase de Fritz Lang. Se puede predecir a esta película un gran éxito, que se verá con toda seguridad en las pantallas de París”.
  
 El gran Willi Forst en una foto publicitaria. Como director, realizó una muy notable adaptación del Bel Ami de Maupassant. Los papeles por los que fue más conocido le identifican generalmente con canallitas encantadores y con estilo. Su trabajo fue fundamental para la financiación y exhibición de la película incurrió en las iras de Goebbels al negarse a interpretar a "El Judio Süss", la conocida producción antisemita alemana de Veit Harlan. 

Sin embargo, la película no se proyectó en París y desapareció de las pantallas alemanas en tan sólo una semana. Der Angriff, órgano berlinés del partido nazi, editaba bajo los dictados de Goebbels: “De la sombría y poco alegre novela de Zweig, la universal ha hecho una película de clima insano, ahogante, de una confusión de sentimientos dignas del libro. Nos podemos preguntar si no habría que considerar una prohibición, pues este sainete frívolo con complicaciones sentimentales tan antiguas es doblemente nocivo a causa del estilo deslumbrante de la película. (...) Debemos exigir hoy un cine limpio y decente; que nos ahorre en adelante estas perturbaciones eróticas malsanas en las que se mezcla incluso a los niños. Repetimos: no es la bella forma externa lo que nos importa, sino el contenido ideológico de la película, sus valores constructivos. Por eso recomendamos en este caso una prohibición”. El 30 de marzo, “El testamento del Doctor mabuse” es también prohibida. De inmediato, Fritz Lang y Joe Pommer, seguidos de Siodmak, Kohlner, Colpe, Gray... los principales responsables de “Secreto que Quema”, se exilian en Francia. El 31 de marzo, se anuncia el boicot a los negocios y establecimientos judíos y la prensa corporativa anuncia “El saneamiento de la Patria”. Es el comienzo del fin. Hitler impone su dictadura de terror.

El peculiar triángulo amoroso durante una pausa del rodaje 



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