sábado, 15 de febrero de 2014

BRENNENDES GEHEIMNIS

SECRETO QUE QUEMA (1933)

Nota: Salvo un par de párrafos, este articulo sigue en líneas generales el capítulo 6 “De Stefan Zweig a Josef Goebbels” del excelente libro monográfico dedicado por la Filmoteca Española a Robert Siodmak, al que me remito. La labor del bloguero se ha limitado a completar la información de dicho artículo, reeditarlo e ilustrarlo gráficamente. El mérito de esta entrada, si es que existe, corresponde en exclusiva al autor del libro: Hervé Dumont.


 Brennendes Geheimnis. Una producción de Alfred Sternau para Deutsche Universal-Film A.G. Dirigida por Robert Siodmak. Guion: Frederick Kohner, Alfred Polgar  y Robert Siodmak, basado en la novela original de Stefan Zweig. Música: Allan Gray. Canciones: Allan Gray y Max Colpe. Dirreción de fotografía: Richard Angst y Robert Baberske. Montaje: Max Brenner. Dirección artística: Hans Blanke, Robert A. Dietrich y Ruth Sternau. Intérpretes: Willi Forst, Hilde Wagener , Hans Joachim Schaufuss, Lucie Höflich, Alfred Abel, Ernst Dumcke, Alfred Beierle, Hans Richter, Rina Marsa, Heinz Berghaus. ByN. 85 ms.

En 1932, Robert Siodmak ficha por la Deutsche Universal-Film A.G., filial en origen de la Universal Pictures fundada por el alemán Carl Laemle, que se había convertido en una suerte de refugio para los judíos alemanes y otras personalidades “sospechosas” a los ojos del tercer Reich. La Deutsche Universal estaba dirigida por el húngaro Joe Pasternak (director de producción) y el checo Paul Kohner (director artístico). La productora distribuyó todos los films de la Nero (a cargo del judío Seymour Nebenzahl), incluidos los últimos y sospechosos films de Lang y Pabst (”El Testamento del Dr. Mabuse” y “La Ópera de los Tres Peniques”), antes del advenimiento del Führer. Recordemos que Pasternak ya había tenido la arrogancia de distribuir en Alemania la película pacifista americana “Sin Novedad en el Frente”, que provocó en el Reich todo tipo de protestas y prohibiciones.

La novela del vienés Stefan Zweig; “explorador del alma en sus sobresaltos más pequeños y representante de un realismo psicológico a lo Thomas Mann o Romain Rolland”.

El fichaje de Siodmak tiene como objetivo elevar el nivel artístico de la producción que, en los últimos años, tras la marcha de Wilhem Dieterle a Hollywood, había sufrido algunos reveses. Paul Kohner cede a Siodmak total libertad para filmar lo que le apetezca. Su elección resulta ser una obra maestra: “Brennendes Geheimnis” (Secreto que Quema), basada en la novela del vienés de origen judío Stefan Zweig. La película más bella de su periodo alemán... y también la peor conocida hasta fechas recientes, pues fue prohibida nada más estrenarse y sólo se conoce una copia existente (procedente del Staatliches Filmarchiv de Berlín Este).

Dos versiones conocidas: una muda, de 1923, y otra moderna, de 1988. Las dos pecaban de los mismos defectos:artificiales y melodramáticasA finales de la década de los 50, tanto Kubrick como el propio Siodmak, intentaron rodar nuevas versiones.

Zweig cuenta el desasosiego de un muchacho hipersensible, y su “confusión de sentimientos” cuando se da cuenta que el mundo adulto está alimentado de mentiras y falsedades; su madre inicia una relación con un Don Juan y la pareja intenta engañarle; el niño pasa de la idealización al odio, para pasar a continuación a una especie de complicidad misteriosa e instintiva con su madre. El argumento es verdaderamente delicado; exige mucho tacto y quizás una afinidad psicológica particular, lo que felizmente se da en el caso de Siodmak, que debió sentir cierta afinidad personal por la historia de un rico exuberante judío indiferente hacia su esposa, y su hijo, un niño con la sensibilidad a flor de piel en el que el cineasta creyó quizás reconocerse.

La belleza nostálgica de la obra se refuerza por los exteriores (maravillosos panoramas otoñales), “gouaches” de luz y bruma.
  
La película es producida por la Tonalfilm-GmbH, una pequeña sociedad sin capital financiada por la Deutsche Universal. El presupuesto es apretado. Se encarga un primer guión al escritor Fiedrich Kohner (quien también emigró a Hollywood poco después de la realización de este film). El libreto no gustó a Siodmak, que encargó nuevos diálogos al crítico literario Alfred Polgar. El resultado final fue objeto de numerosas modificaciones a cargo del propio Siodmak y el jurista berlinés Friedrich Kal Kaul, buen amigo suyo, que no aparece acreditado en los títulos del film.

 Tanto el botones del hotel como la señorita La Roche, una simpática buscona, introducen a Edgar en el mundo de los adultos.
Terminado el libreto, se contrató a dos figuras vienesas en la cima de su popularidad: Mady Christians y Willi Forst, para interpretar a los amantes. Forst, actor y director a su vez, convence a Siodmak para sustituir a la nerviosa Christians por una compañera más madura y elegante: Hilde Wagener, una de las principales actrices del Wiener Burgtheater. Esta será la primera película de la actriz, cuya belleza calmada y aire melancólico la convierten en perfecta para el papel. La contratación del niño protagonista se realiza a través de un concurso público, promovido por el propio Siodmak, del que resulta elegido Hans joachim Schaufuss, de 10 años.

Willy Forst se aproxima al hotel. El logotipo del coche se asemeja a la mirilla de una escopeta. ¡El cazador busca a su presa!

El rodaje comienza el 10 de noviembre en el estudio berlinés de la Cicerostrasse, y se continúa a partir del 25 en exteriores en Ascona. El lugar donde ocurre la acción se traslada, pues, a un centro turístico moderno de la suiza italiana. La época también se traslada de primeros de siglo a la época contemporánea, los años 30. El seductor ya no será un barón ocioso, pariente de la corte imperial, sino un corredor de automóviles. Deseoso de asistir al rodaje, Stefan Zweig, mal informado se desplaza a Arosa (en vez de Ascona), donde intenta en vano encontrar al equipo de rodaje. Nunca verá un metro de película, pues mientras Siodmak acaba el montaje, Adolf Hitler toma el destino de Alemania en sus manos.

El timbre de las habitaciones del hotel identifica al personal por sexo. 

 Willi Forst coquetea con la atractiva limpiadora: “Siempre que llame a este botón… ¿será usted quien acuda?”

“Brennendes Geheimnis” es el drama de un alma inocente enfrentada por primera vez a las mentiras, a las traiciones, a los secretos inconfesables de los adultos. Edgar descubre que se han aprovechado de él, que sus sentimientos han sido manipulados, su presencia considerada molesta; sufre (él, que se siente “mayor”) de no ser más que el punto de contacto de una relación de la que no intuirá sino oscuramente su lado erótico. La adaptación es ejemplar: las modificaciones son lógicas y sensatas y los añadidos no alteran la esencia del texto. Frente a la simplicitud psicológica del texto de Zweig (es una de sus primeras obras), tan influido por las teorías de Freud, la película gana en fuerza y autenticidad, pues profundiza también en el personaje del amante (y en la del niño, que en la novela tiene un carácter pasivo y únicamente reacciona, no actúa, salvo en el giro final) y posee una ligereza, un sentido del humor y una autenticidad en los detalles de los que la novela carece.

 Una escena maravillosa. el juego de miradas que se suceden entra la casada solitaria y el Don Juan de temporada. 

Willi Forst se gana la confianza del pequeño Edgar. Al niño también le gustan los coches. 
  
El cambio del texto a la película ha sido operado sobre todo en el personaje de Edgar, al optar el cineasta por la verosimilitud psicológica a expensas del manierismo estético del escritor. Su Edgar posee una limpieza exterior, una naturalidad, un frescor que acentúan el impacto dramático del relato. Hilde Wagener, como la madre, encuentra acentos conmovedores en su belleza mundana que se niega para mejor entregarse. Incluso Willy Forst matiza el retrato del Don Juan, metarfoseándolo en un amble irresponsable, oscilando de la súplica afable a la exigencia exagerada de un adolescente retrasado: Siodmak le contempla con mirada siempre burlona. El dramatismo cede paso a la ironía. Así, amputada de su coloración neurótica, de sus estallismos exacerbados, la película gana en fuerza y, paradójicamente, en ambigüedad psicológica.

 El Don Juan muestra sus encantos: toca el piano para los residentes del hotel e interpreta un número de videncia, una excusa para permanecer a solas con la madre unos minutos. 

 Un paseo turístico les permite estrechar lazos.

  El paisaje (y los sentimientos) se confunde durante el trayecto. El horizonte ya no parece tan claro.

En este sentido, cabe destacar la maravillosa escena del sueño, que incluye fotografía granulada, iluminación expresionista, escenas sin sonido ambiente, diferentes velocidad, sobreimpresiones, uso del gran angular para deformar los rostros y decorados distorsionados... efectos habituales desde el cine mudo, y más concretamente, de la película “Secretos de un Alma” de George W. Pabst, que fue el primero en llevar al cine los traumas freudianos y la explicación de los sueños, que tanto influirían en los surrealistas (y concretamente, en Buñuel, que también utiliza todos estos recursos, que ahora parecen limitados al género de animación). La escena del sueño:

 La escena del sueño: "Me lleva-ré a tu ma-má...". 

El final de la pesadilla: Willi forst y Hilde Wagener escapan a bordo de un vehículo, mitad coche mitad tranvía. 

Mientras tanto, en la vigilia, los ominosos presagios de Edgar parecen cumplirse. 

 Los cigarrillos: un detalle revelador. La traición se ha consumado. 

 Edgar se enfrenta a su némesis: el amor de la madre está en juego. 

El mundo de los adultos es demasiado complicado para un crío de 12 años. Edgar huye asustado. El paisaje romántico queda convertido en un bosque oscuro y amenazador, de raíces expresionistas. 

La diferencia de enfoque con el texto de Zweig se evidencia sobre todo en la conclusión final. Zweig escribe: “(Edgar) siente los besos y las lágrimas (de su madre), y las toma como señal de reconciliación, de agradecimiento por su silencio. Muchos años más tarde, reconoce en esas lágrimas mudas la promesa de una mujer envejecida: a partir de entonces no iba ella a vivir más que para su niño, una vida de renuncia a la aventura y a las aspiraciones personales”. Siodmak desentimentaliza la escena por completo: mientras que el niño solloza en su cama, la madre, pensativa, se sienta cerca de él; gentilmente, vuelve el rostro del niño con una mano, forzándole a mirarla. Entonces le anuncia sonriendo que ya es un adulto. Edgar duda entre el orgullo y la incredulidad, se seca los ojos, y pegunta: “¿Es cierto?”. La madre responde simplemente que “sí”, le ordena ligeramente la ropa de la cama, se levanta y baja las celosías, sumergiendo poco a poco la habitación en una melancólica penumbra.

 El final no está exento de ambigúedad: Edgar guarda el secreto de su madre... pero ésta permanece rehén de sus mentiras y a merced de su hijo.

El estreno de la película tuvo lugar el 20 de marzo de 1933. Director y protagonistas, los músicos de la película, se encuentran en la sala. Ante el estupor general, la película se proyecta sin títulos de crédito: sólo son nombrados los actores. Al parecer, una llamada telefónica de la oficina de Josef Goebbels habría amenzadao a la Deutsche Universal con prohibir la película si no se eliminaban de los títulos de crédito todos los nombres judíos. Al término de la proyección, un torrente de aplausos desborda la sala. La acogida se entiende como una forma de manifestación política.

Una obra maestra. Un film maldito... que ahora podemos encontrar en Internet, en páginas especializadas.

La crítica aplaudió la película con una rara unanimidad. El Licht-Bild-Bühne dijo: “nos encontramos aquí en presencia de un caso rarísimo en el que una película es muy superior a la obra literaria –de calidad, sin embargo, que la inspira.” Lotte H. Eisner: “Así nace un auténtico Kammerspiel. Las relaciones entre las personas están esbozadas con ternura, a veces con un solo cruce de miradas... Robert Siodmak capta esta atmósfera psicológica hecha de detalles en sus más mínimas vibraciones”. El New York Times muestra su entusiasmo: “Burning Secret es una película de una delicadeza, de una sutilidad extraordinaria..., una película de la que hay que acordarse”. Y Georges Oulmann, enviado de L´intransigeant añade: “Esta película, que es al menos, una maravilla cinematográfica, tiene calidades artísticas y téncias indudables. Robert Siodmak es un gran artista de la clase de Fritz Lang. Se puede predecir a esta película un gran éxito, que se verá con toda seguridad en las pantallas de París”.
  
 El gran Willi Forst en una foto publicitaria. Como director, realizó una muy notable adaptación del Bel Ami de Maupassant. Los papeles por los que fue más conocido le identifican generalmente con canallitas encantadores y con estilo. Su trabajo fue fundamental para la financiación y exhibición de la película incurrió en las iras de Goebbels al negarse a interpretar a "El Judio Süss", la conocida producción antisemita alemana de Veit Harlan. 

Sin embargo, la película no se proyectó en París y desapareció de las pantallas alemanas en tan sólo una semana. Der Angriff, órgano berlinés del partido nazi, editaba bajo los dictados de Goebbels: “De la sombría y poco alegre novela de Zweig, la universal ha hecho una película de clima insano, ahogante, de una confusión de sentimientos dignas del libro. Nos podemos preguntar si no habría que considerar una prohibición, pues este sainete frívolo con complicaciones sentimentales tan antiguas es doblemente nocivo a causa del estilo deslumbrante de la película. (...) Debemos exigir hoy un cine limpio y decente; que nos ahorre en adelante estas perturbaciones eróticas malsanas en las que se mezcla incluso a los niños. Repetimos: no es la bella forma externa lo que nos importa, sino el contenido ideológico de la película, sus valores constructivos. Por eso recomendamos en este caso una prohibición”. El 30 de marzo, “El testamento del Doctor mabuse” es también prohibida. De inmediato, Fritz Lang y Joe Pommer, seguidos de Siodmak, Kohlner, Colpe, Gray... los principales responsables de “Secreto que Quema”, se exilian en Francia. El 31 de marzo, se anuncia el boicot a los negocios y establecimientos judíos y la prensa corporativa anuncia “El saneamiento de la Patria”. Es el comienzo del fin. Hitler impone su dictadura de terror.

El peculiar triángulo amoroso durante una pausa del rodaje 



lunes, 10 de febrero de 2014

SOY UN FUGITIVO

SOY UN FUGITIVO (1932)
MervynLeRoy


"I Am a Fugitive From a Chain Gang". Una producción de Hal B. Wallis para la Warner Bros. Pictures. Dirigida por Mervin leRoy. Guion:  Howarnd Green y Brown Holmes, basado en la novela de Robert E. Burns: "I Am a Fugitive From a Georgia Chain Gang". Dirección de fotografía: Sol Polito. Edición: William Holmes. Dirección artística: Jack Okey. Música: Leo F. Forbstein. Intérpretes: Paul Muni, Glenda Farrell, Helen Vinson, Preston Foster, Edward Ellis, Allen Jenkins, Sally Blane. 90 ms. ByN.


La primera película de Paul Muni para la Warner Bros estaba basada en la autobiografía de Robert E. Burns “I am a fugitive from a Georgia Chain Gang” (el nombre del estado se retiró de la versión cinematográfica por las presiones de las autoridades al estudio). El propio Burns trabajó como asesor durante la producción del film, que pese a sus aparentes convenciones cinematográficas fue sorprendentemente fiel a la novela. De hecho, a excepción del final, tan alabado paradójicamente por su realismo, la película es un retrato veraz de la odisea personal del escritor.


Robert Burns fue condenado, por el delito de robar cinco dólares de una mercería, a trabajos forzados en un campo de prisioneros de Georgia. En 1922 se evadió del penal y huyó a Chicago, donde se convirtió en un escritor y editor de éxito. Su exmujer le denunció a las autoridades, revelando su identidad, por lo que fue extraditado de nuevo a Georgia pese a las peticiones de clemencia de personajes muy influyentes. Se evadió en una segunda ocasión, trasladándose a Nueva Jersey, donde rehízo su vida trabajando como asesor fiscal. Confortablemente instaurado, escribió la novela “I am a Fugitive…”, como denuncia de la situación de los reos en las prisiones sureñas. Las autoridades de Georgia volvieron a reclamar su entrega a las autoridades federales una segunda vez, aunque sin éxito en esta ocasión, pues hasta tres gobernadores de Nueva Jersey se negaron a cumplir la orden de extradición.

En su periplo como vagabundo, Allen se ve inocentemente involucrado en un asalto a una hamburguesería

En la película, Paul Muni interpreta a James Allen, un honesto ingeniero del ejército que se ve desempleado al término de la I Guerra Mundial. En una emocionante escena, intenta vender sus medallas, pero el dueño de la tienda rechaza la oferta, comentando lacónicamente que ya tiene demasiadas y que carecen de valor: “son una droga para el mercado”.

La depresión convirtió a numerosos veteranos de Guerra en vagabundos. El film se inició de hecho apenas un mes después que el Presidente Herbert Hoover ordenara una carga contra una manifestación de 8.000 veteranos de guerra por el modo en que la Administración se había despreocupado de ellos

Allen es arrestado por la policía, que le confunde con el responsable de un atraco. Incapaz de demostrar su inocencia, es condenado a trabajos forzados en un campo de trabajos, en un lugar indefinido del sur de los Estados Unidos. Un sitio brutal donde la más leve infracción se paga a latigazos.

Los castigos físicos son habituales en prisión. Cualquier mínimo gesto de rebeldía, real o imaginado, recibe la brutal respuesta de los guardas

El gobierno estatal de Georgia presionó para impedir la producción y exhibición del film. Diversas demandas por libelo fueron interpuestas contra la Warner Bros, pese a que la publicidad omitió deliberadamente toda referencia a las localizaciones e identidades de los personajes reales que inspiraron la ficción.

Tanto el libro como la película, tuvieron una importancia fundamental en la reforma del sistema penitenciario de trabajos forzados en Georgia.

El éxito de crítica y público ayudó a establecer, en la memoria de los aficionados, la imagen de la Warner Bros como una productora especializada en films con cierta carga social.

Una escena del rodaje: la persecución en los pantanos.

En los momentos de estrés, una "pajita" siempre viene bien: Allen despista a los perros sumergido bajo el agua.

Al igual que el propio Burns, Allen consigue evadirse de la prisión y huye a Chicago. Consigue trabajo como operario en la construcción, y consigue al cabo de pocos años, ascender hasta un puesto ejecutivo como arquitecto. Su secreto es descubierto por Marie (Glenda Farrell), una mujer neurótica y posesiva que primero le acosa y luego le chantajea con identificarle a las autoridades a menos que acepte casarse con ella. (La situación empeora con el tiempo. Allen se convierte en un personaje influyente, con una holgada situación económica, y Marie se siente cómda en su posición de mujer respetable.)

La posesiva marie: <No te será tan fácil escapar de mí. Algún día te arrepentirás de no amarme.>

En contraposición a marie, dos mujeres prestan una influencia positiva en el camino a la redención de Allen: la primera, una fulanita de buen corazón que le anima a olvidar y seguir adelante. La otra, una dulce dama de la alta sociedad, Helen, que le presentan en el transcurso de una cena en el Club Chateau, Allen le habla de su placer por “construir puentes y carreteras para que la gente pueda huir a alguna parte”; una fantasía que considera condenada a fracasar, porque “nadie puede escapar; nadie puede”. Durante el baile, salen un momento a la terraza, una breve huida de la realidad, y sobrecogido por la belleza del lago Michigan iluminado por la luz de la luna, ambos se sienten mutuamente atraídos:


Allen: ¿Te importa que nos quedemos aquí un momento… o tienes que marcharte a casa?
Helen: No tengo ningún deber en mi vida. Soy libre, soy joven… tengo veinte y un años.
Allen: Eres afortunada.
Helen: ¿Por qué?
Allen: Bueno, puedes ir donde quieras, hacer lo que quieras…
Helen: ¿Tú no?
Allen: Sí… y no.
Helen: Eres una persona extraña. Necesitarías que alguien te sacara de tu ensimismamiento.
Allen: ¿Estás pidiendo ese trabajo?
Helen: Podría considerarlo.
Allen: Estás contratada.
Helen: ¿Cuándo empiezo?
Allen: Empezaste hace ya varias horas.

La amenaza de volver a ser encerrado persigue a Allen en su vida civil, como una pesadilla recurrente de la que no puede despertar.

Marie se niega a concederle el divorcio y le traiciona a los federales. Las autoridades solicitan su extradición, pero el gobernador de Chicago se niega a acatar la orden. Finalmente, se llega al acuerdo de que la condena se reduzca simbólicamente a noventa días de trabajos forzados. Pero una vez llega a su destino, Allen percibe que ha sido engañado. Los noventa días se prorrogan a un año. Al término de este plazo, el tribunal deniega el indulto prometido y prorroga la condena un año más. Tal y como señala Escalisto (El cine de Escalisto en la página web “Arsenevich”) “el sistema no permite segundas oportunidades”.

Allen es extraditado y devuelto a la prisión estatal

De vuelta al Infierno.

Un primer aviso que su estancia no será cómoda: <Aquí no nos gustan los listillos>.

Los presos son encadenados por los tobillos durante el sueño. Todas las medidas son pocas para evitar nuevas fugas.

“No deja de ser sorprendente la áspera y virulenta carga crítica de la formidable 'Soy un fugitivo' (1932), de MervinLeRoy, tres años despúes del crack del 29, responsabilizando a la corrupción de un sistema ajeno a la justicia social, en el trayecto de un personaje,Allen (esplendido Paul Muni) desde que vuelve de combatir en la primera guerra mundial, anhelante de no sumirse en otra rutina como en la del ejercito, la laboral que le reporta una seguridad inercial sin mayores inquietudes ( como señala su hermano, sacerdote, mejor pájaro en mano que ciento volando), sino construir, crear, en su caso, ser un ingeniero que construya puentes y carreteras, y termina doce años después convertido en un fugitivo que destruye puentes para no ser capturado” (El cine de Escalisto)

<Hay dos maneras de salir de aquí. Trabajando hasta reventar... y reventando>

Esta segunda traición de las autoridades carcelarias determina a Allen a preparar una nueva fuga. Ayudado por otro preso, se apoderan de un camión cargado de dinamita, y tras una una persecución de autómoviles, narrada con una intensidad proverbial, hace estallar el puente que les separa de sus perseguidores (ese puente “que permite a las personas ir a alguna parte”, como ya expresara anteriormente a Helen).

Un descuido le permite robar un camión cargado con dinamita.

Una explosión basta para que Allen rompa con su pasado. Pero también destruye sus sueños de futuro.

Convertido en un fugitivo de la justicia, ya sólo le resta convertirse en un proscrito; el tipo de hombres que ha creado un sistema inhumano que aplica la condena exclusivamente como medida de represión, sin posibilidad de redención. Allan, tras haber sido condenado por dos veces en prisión por un delito que no cometió, acaba por perderse entre las sombras, tal y como refleja el extraordinario plano final, que tanto impacto produjo en su día (hasta el punto de ser determinante en la reforma del sistema penal que se llevó a cabo en Estados Unidos), y que tanta influencia tuvo en cineastas como Samuel Fuller.

El final. Allan aborda a Ellen en la calle, amparado por la oscuridad. Sólo pide un último adiós y una ayuda para pasar la noche. “¿Me escribirás?”, le pide ella, con lágrimas en los ojos. Él niega con la cabeza. Ella le interpela: 
“¿QUÉ HARÁS PARA SOBREVIVIR?”

“…¡ROBAR!”
(Allan da un paso atrás y se pierde entre las sombras)

Al parecer, esta inolvidable escena final fue fruto del azar. Hubo un problema con la iluminación y los ensayos previos se realizaron con una única fuente de luz, realzando el rostro de los actores, embargados por la penumbra. (Años después, el director de fotografía John Fulton exploró este tipo de iluminación expresionista en los títulos de cine negro que realizó al mando de Anthony Mann.) Mervin LeRoy se dio cuenta del poderoso impacto dramático de la subexposición y decidió rodar la escena en estas precarias condiciones. El resultado: un momento inolvidable. Uno de los grandes y más poderosos finales de la historia del cine.



"Tenía que elegir: su pierna... ¡o la libertad!"

“LeRoy narra con un prodigioso dinamismo y una admirable capacidad sintética ( de contundentes elipsis temporales) los diversos avatares que sufre. Los intentos de encontrar un empleo estable tras la guerra, de un trabajo provisional a otro (o de un despido a otro, ya que las empresas no dejan de reducir plantillas),casi convertido en indigente errante, hasta que un funesto azar (se ve implicado en un robo en el que no participa) le supone, nada menos, que una condena de diez años (por un robo de cinco dolares). LeRoy describe con descarnada precisión las infames condiciones en las que malviven los presos (la brutalidad del trabajo en las canteras; la miserable comida; los latigazos a quien no cumple con el trabajo según las exigencias, aunque determine su muerte). Las elipsis del paso del tiempo vienen dadas por el paso de las hojas del calendario mientras resuenan los latigazos. Tras lograr realizar su fuga (magnífica la secuencia orquestada en primeros planos, de sus pies, recibiendo en sus argollas los mazazos de otro preso para ablandarlas, y de los efectos en su rostro; e igual de admirable aquella en la que se oculta bajo el agua respirando por un pajita, mientras le buscan a su alrededor), Allen, por su aptitudes y talento, logra ascender en la empresa en la que empieza a trabajar desde los puestos inferiores (en otro esplendido uso de las elipsis, de nuevo con hojas de calendarios, y los papeles en los que se consigna cómo se incrementa su sueldo).” (El cine de Escalisto)

Cartel de mano de la película en su estreno en España

Soy un fugitivo es un modélico ejemplo de cine de lacerante e implacable crítica social, sin vaselina, y de un dinamismo narrativo portentoso, de impecable dominio de la sintésis (nota personal: a excepción de esta película, LeRoy nunca destacó especialmente por su sentido de la elipsis ni la rapidez de las transiciones). Un gran guión de Sheridan Gibney, Howard J Green y Brown Holmes, que saben condensar en hora y media multiplicidad de circunstancias, y un trabajo de planificación analitica aún hoy ejemplar, así como el trabajo de luces y sombras de Sol Polito. Las secuencias carcelarias, aún hoy también, quedan como algunas de las más efectivamente crudas jamás rodadas.” (El cine de Escalisto)

El productor y director Mervin Le Roy

“Soy un Fugitivo” es considerada unánimemente la obra maestra de su realizador, uno de los más destacados artesanos del cine de estudios de Hollywood. Mervin LeRoy, en este primeros años de la década, destacó junto a William A. Wellman como uno de los directores estrella de la Warner Bros, con películas como “Hampa Dorada” (citada a menudo como el título inaugural del cine de gangsters de esta década), “Five Star Final”, un popular melodrama sobre los excesos de la prensa sensacionalista que fue nominada a uno de los primeros premios oscars, la entretenida “Two Seconds” (el tiempo que tarda Edward G. Robinson en morir electrocutado en la silla eléctrica), el musical “Vampiresas 1933”, y “Three on a match”, una mediocre serie b con un clímax demoledor, pero también uno de los más claros ejemplos de la forma de preparar una película en la productora (la historia se basa en un titular de serie negra, se preparó en tan sólo dos meses y se rodó en apenas uno. Como diría James Cagney: “Éramos así de rápidos”). Tras la al parecer notable (y difícil de ver) “Oil for the lamps of China”, se trasladó a la MGM donde rodó algunos títulos valiosos (“They won´t forget”, otro conocido título de denuncia, y la serie negra “Senda Tenebrosa”), entre otros muchos melodramas rancios y glamorosos (estilo de cartón-piedra) a la mayor gloria de su nueva productora. En su decadencia, se dejó llevar por cierta pretenciosidad, en producciones de alto presupuesto y aún más larga duración, como “Quo Vadis”, “Historia del FBI o “La Reina del Vodevil”. Su mejor título de este periodo fue “The Bad Seed”, un thriller psicológico con niña asesina de por medio, que sigue destacando como una de sus obras más entretenidas. En el momento de su muerte, los medios de comunicación le recordaron como el productor de “El mago de Oz”; un trabajo “de encargo” que abordó con la pericia y profesionalidad que acostumbraba.

Una imagen del cortometraje musical Vodaphone "20.000 Cheers in the Chain Gang" (1933). La más delirante de las secuelas de "Soy un Fugitivo".

Aunque no fue la primera película penitenciaria de este periodo (mérito que quizás recaiga en "El presidio", 1930. George W. Hill), ni tampoco la más crítica o realista  (la frustrada "Hells Highway" de Rowland Brown, 1932), "Soy un fugitivo" sí es la más influyente de las películas del sugénero a todos los niveles, hasta el punto de convertirse en un referente obligado de títulos más recientes como "La leyenda del Indomable" (Cool hand Luke, 1967), "Brubaker" (1980) y "La Milla Verde" (The Green Mile, 1999). Su éxito dio lugar a diversas imitaciones, siendo la más conocida la entretenida "20.000 pasos en Sing Sing" de Michael Curtiz, con Spencer Tracy y Bette Davis (1932).