SECRETO QUE QUEMA
(1933)
Nota: Salvo
un par de párrafos, este articulo sigue en líneas generales el capítulo 6 “De
Stefan Zweig a Josef Goebbels” del excelente libro monográfico dedicado por la
Filmoteca Española a Robert Siodmak, al que me remito. La labor del bloguero se
ha limitado a completar la información de dicho artículo, reeditarlo e
ilustrarlo gráficamente. El mérito de esta entrada, si es que existe,
corresponde en exclusiva al autor del libro: Hervé Dumont.
Brennendes Geheimnis. Una
producción de Alfred Sternau para Deutsche Universal-Film A.G. Dirigida por Robert
Siodmak. Guion: Frederick Kohner, Alfred Polgar y Robert Siodmak, basado en la novela original
de Stefan Zweig. Música: Allan
Gray. Canciones: Allan Gray y Max Colpe. Dirreción de fotografía: Richard
Angst y Robert Baberske. Montaje:
Max Brenner. Dirección artística: Hans Blanke, Robert A. Dietrich y Ruth
Sternau. Intérpretes: Willi Forst, Hilde Wagener , Hans Joachim Schaufuss, Lucie
Höflich, Alfred Abel, Ernst Dumcke, Alfred Beierle, Hans Richter, Rina Marsa, Heinz
Berghaus. ByN. 85 ms.
En 1932, Robert Siodmak ficha por la
Deutsche Universal-Film A.G., filial en origen de la Universal Pictures fundada
por el alemán Carl Laemle, que se había convertido en una suerte de refugio
para los judíos alemanes y otras personalidades “sospechosas” a los ojos del
tercer Reich. La Deutsche Universal estaba dirigida por el húngaro Joe
Pasternak (director de producción) y el checo Paul Kohner (director artístico).
La productora distribuyó todos los films de la Nero (a cargo del judío Seymour
Nebenzahl), incluidos los últimos y sospechosos films de Lang y Pabst (”El
Testamento del Dr. Mabuse” y “La Ópera de los Tres Peniques”), antes del
advenimiento del Führer. Recordemos que Pasternak ya había tenido la arrogancia
de distribuir en Alemania la película pacifista americana “Sin Novedad en el
Frente”, que provocó en el Reich todo tipo de protestas y prohibiciones.
La novela del
vienés Stefan Zweig; “explorador del alma
en sus sobresaltos más pequeños y representante de un realismo psicológico a lo
Thomas Mann o Romain Rolland”.
El fichaje de Siodmak tiene como objetivo
elevar el nivel artístico de la producción que, en los últimos años, tras la
marcha de Wilhem Dieterle a Hollywood, había sufrido algunos reveses. Paul
Kohner cede a Siodmak total libertad para filmar lo que le apetezca. Su
elección resulta ser una obra maestra: “Brennendes Geheimnis” (Secreto que
Quema), basada en la novela del vienés de origen judío Stefan Zweig. La película
más bella de su periodo alemán... y también la peor conocida hasta fechas
recientes, pues fue prohibida nada más estrenarse y sólo se conoce una copia
existente (procedente del Staatliches Filmarchiv de Berlín Este).
Dos versiones conocidas: una muda, de 1923, y otra moderna, de 1988. Las dos pecaban de los mismos defectos:artificiales y melodramáticas. A finales de la década de los 50, tanto Kubrick como el propio Siodmak, intentaron rodar nuevas versiones.
Zweig cuenta el desasosiego de un muchacho hipersensible, y su “confusión de sentimientos” cuando se da cuenta que el mundo adulto está alimentado de mentiras y falsedades; su madre inicia una relación con un Don Juan y la pareja intenta engañarle; el niño pasa de la idealización al odio, para pasar a continuación a una especie de complicidad misteriosa e instintiva con su madre. El argumento es verdaderamente delicado; exige mucho tacto y quizás una afinidad psicológica particular, lo que felizmente se da en el caso de Siodmak, que debió sentir cierta afinidad personal por la historia de un rico exuberante judío indiferente hacia su esposa, y su hijo, un niño con la sensibilidad a flor de piel en el que el cineasta creyó quizás reconocerse.
La
belleza nostálgica de la obra se refuerza por los exteriores (maravillosos
panoramas otoñales), “gouaches” de luz y bruma.
La película es producida por la
Tonalfilm-GmbH, una pequeña sociedad sin capital financiada por la Deutsche
Universal. El presupuesto es apretado. Se encarga un primer guión al escritor
Fiedrich Kohner (quien también emigró a Hollywood poco después de la
realización de este film). El libreto no gustó a Siodmak, que encargó nuevos
diálogos al crítico literario Alfred Polgar. El resultado final fue objeto de
numerosas modificaciones a cargo del propio Siodmak y el jurista berlinés
Friedrich Kal Kaul, buen amigo suyo, que no aparece acreditado en los títulos
del film.
Tanto el botones
del hotel como la señorita La Roche, una simpática buscona, introducen a Edgar
en el mundo de los adultos.
Terminado el libreto, se contrató a dos
figuras vienesas en la cima de su popularidad: Mady Christians y Willi Forst,
para interpretar a los amantes. Forst, actor y director a su vez, convence a
Siodmak para sustituir a la nerviosa Christians por una compañera más madura y
elegante: Hilde Wagener, una de las principales actrices del Wiener
Burgtheater. Esta será la primera película de la actriz, cuya belleza calmada y
aire melancólico la convierten en perfecta para el papel. La contratación del
niño protagonista se realiza a través de un concurso público, promovido por el
propio Siodmak, del que resulta elegido Hans joachim Schaufuss, de 10 años.
Willy Forst se aproxima al
hotel. El logotipo del coche se asemeja a la mirilla de una escopeta. ¡El
cazador busca a su presa!
El rodaje comienza el 10 de noviembre en el
estudio berlinés de la Cicerostrasse, y se continúa a partir del 25 en
exteriores en Ascona. El lugar donde ocurre la acción se traslada, pues, a un
centro turístico moderno de la suiza italiana. La época también se traslada de
primeros de siglo a la época contemporánea, los años 30. El seductor ya no será
un barón ocioso, pariente de la corte imperial, sino un corredor de
automóviles. Deseoso de asistir al rodaje, Stefan Zweig, mal informado se
desplaza a Arosa (en vez de Ascona), donde intenta en vano encontrar al equipo
de rodaje. Nunca verá un metro de película, pues mientras Siodmak acaba el
montaje, Adolf Hitler toma el destino de Alemania en sus manos.
El timbre de las
habitaciones del hotel identifica al personal por sexo.
Willi Forst coquetea con la atractiva limpiadora: “Siempre que
llame a este botón… ¿será usted quien acuda?”
“Brennendes Geheimnis” es el drama de un
alma inocente enfrentada por primera vez a las mentiras, a las traiciones, a
los secretos inconfesables de los adultos. Edgar descubre que se han
aprovechado de él, que sus sentimientos han sido manipulados, su presencia
considerada molesta; sufre (él, que se siente “mayor”) de no ser más que el
punto de contacto de una relación de la que no intuirá sino oscuramente su lado
erótico. La adaptación es ejemplar: las modificaciones son lógicas y sensatas y
los añadidos no alteran la esencia del texto. Frente a la simplicitud
psicológica del texto de Zweig (es una de sus primeras obras), tan influido por
las teorías de Freud, la película gana en fuerza y autenticidad, pues
profundiza también en el personaje del amante (y en la del niño, que en la
novela tiene un carácter pasivo y únicamente reacciona, no actúa, salvo en el
giro final) y posee una ligereza, un sentido del humor y una autenticidad en
los detalles de los que la novela carece.
Una escena maravillosa. el juego de miradas que se suceden entra la casada solitaria y el Don Juan de temporada.
Willi Forst se gana la confianza del pequeño Edgar. Al niño también le gustan los coches.
El cambio del texto a la película ha sido
operado sobre todo en el personaje de Edgar, al optar el cineasta por la
verosimilitud psicológica a expensas del manierismo estético del escritor. Su
Edgar posee una limpieza exterior, una naturalidad, un frescor que acentúan el
impacto dramático del relato. Hilde Wagener, como la madre, encuentra acentos
conmovedores en su belleza mundana que se niega para mejor entregarse. Incluso
Willy Forst matiza el retrato del Don Juan, metarfoseándolo en un amble
irresponsable, oscilando de la súplica afable a la exigencia exagerada de un
adolescente retrasado: Siodmak le contempla con mirada siempre burlona. El
dramatismo cede paso a la ironía. Así, amputada de su coloración neurótica, de
sus estallismos exacerbados, la película gana en fuerza y, paradójicamente, en
ambigüedad psicológica.
El Don Juan muestra sus encantos: toca el piano para los residentes del hotel e interpreta un número de videncia, una excusa para permanecer a solas con la madre unos minutos.
Un paseo turístico les permite estrechar lazos.
El paisaje (y los sentimientos) se confunde durante el trayecto. El horizonte ya no parece tan claro.
En este sentido, cabe destacar la maravillosa
escena del sueño, que incluye fotografía granulada, iluminación expresionista,
escenas sin sonido ambiente, diferentes velocidad, sobreimpresiones, uso del
gran angular para deformar los rostros y decorados distorsionados... efectos
habituales desde el cine mudo, y más concretamente, de la película “Secretos de
un Alma” de George W. Pabst, que fue el primero en llevar al cine los traumas
freudianos y la explicación de los sueños, que tanto influirían en los
surrealistas (y concretamente, en Buñuel, que también utiliza todos estos
recursos, que ahora parecen limitados al género de animación). La escena del
sueño:
La escena del sueño: "Me lleva-ré a tu ma-má...".
El final de la pesadilla: Willi forst y Hilde Wagener escapan a bordo de un vehículo, mitad coche mitad tranvía.
Mientras tanto, en la vigilia, los ominosos presagios de Edgar parecen cumplirse.
Los cigarrillos: un detalle revelador. La traición se ha consumado.
Edgar se enfrenta a su némesis: el amor de la madre está en juego.
El mundo de los adultos es demasiado complicado para un crío de 12 años. Edgar huye asustado. El paisaje romántico queda convertido en un bosque oscuro y amenazador, de raíces expresionistas.
La diferencia de enfoque con el texto de
Zweig se evidencia sobre todo en la conclusión final. Zweig escribe: “(Edgar)
siente los besos y las lágrimas (de su madre), y las toma como señal de
reconciliación, de agradecimiento por su silencio. Muchos años más tarde,
reconoce en esas lágrimas mudas la promesa de una mujer envejecida: a partir de
entonces no iba ella a vivir más que para su niño, una vida de renuncia a la
aventura y a las aspiraciones personales”. Siodmak desentimentaliza la escena
por completo: mientras que el niño solloza en su cama, la madre, pensativa, se
sienta cerca de él; gentilmente, vuelve el rostro del niño con una mano,
forzándole a mirarla. Entonces le anuncia sonriendo que ya es un adulto. Edgar
duda entre el orgullo y la incredulidad, se seca los ojos, y pegunta: “¿Es
cierto?”. La madre responde simplemente que “sí”, le ordena ligeramente la ropa
de la cama, se levanta y baja las celosías, sumergiendo poco a poco la
habitación en una melancólica penumbra.
El final no está exento de ambigúedad: Edgar guarda el secreto de su madre... pero ésta permanece rehén de sus mentiras y a merced de su hijo.
El estreno de la película tuvo lugar el 20
de marzo de 1933. Director y protagonistas, los músicos de la película, se
encuentran en la sala. Ante el estupor general, la película se proyecta sin
títulos de crédito: sólo son nombrados los actores. Al parecer, una llamada
telefónica de la oficina de Josef Goebbels habría amenzadao a la Deutsche
Universal con prohibir la película si no se eliminaban de los títulos de
crédito todos los nombres judíos. Al término de la proyección, un torrente de
aplausos desborda la sala. La acogida se entiende como una forma de
manifestación política.
Una obra maestra. Un film maldito... que ahora podemos encontrar en Internet, en páginas especializadas.
La crítica aplaudió la película con una
rara unanimidad. El Licht-Bild-Bühne dijo: “nos
encontramos aquí en presencia de un caso rarísimo en el que una película es muy
superior a la obra literaria –de calidad, sin embargo, que la inspira.”
Lotte H. Eisner: “Así nace un auténtico
Kammerspiel. Las relaciones entre las personas están esbozadas con ternura, a
veces con un solo cruce de miradas... Robert Siodmak capta esta atmósfera
psicológica hecha de detalles en sus más mínimas vibraciones”. El New York
Times muestra su entusiasmo: “Burning
Secret es una película de una delicadeza, de una sutilidad extraordinaria...,
una película de la que hay que acordarse”. Y Georges Oulmann, enviado de
L´intransigeant añade: “Esta película,
que es al menos, una maravilla cinematográfica, tiene calidades artísticas y
téncias indudables. Robert Siodmak es un gran artista de la clase de Fritz
Lang. Se puede predecir a esta película un gran éxito, que se verá con toda
seguridad en las pantallas de París”.
El gran Willi Forst en una foto publicitaria. Como director, realizó una muy notable adaptación del Bel Ami de Maupassant. Los papeles por los que fue más conocido le identifican generalmente con canallitas encantadores y con estilo. Su trabajo fue fundamental para la financiación y exhibición de la película incurrió en las iras de Goebbels al negarse a interpretar a "El Judio Süss", la conocida producción antisemita alemana de Veit Harlan.
Sin embargo, la película no se proyectó en
París y desapareció de las pantallas alemanas en tan sólo una semana. Der
Angriff, órgano berlinés del partido nazi, editaba bajo los dictados de
Goebbels: “De la sombría y poco alegre
novela de Zweig, la universal ha hecho una película de clima insano, ahogante,
de una confusión de sentimientos dignas del libro. Nos podemos preguntar si no
habría que considerar una prohibición, pues este sainete frívolo con
complicaciones sentimentales tan antiguas es doblemente nocivo a causa del
estilo deslumbrante de la película. (...) Debemos exigir hoy un cine limpio y
decente; que nos ahorre en adelante estas perturbaciones eróticas malsanas en
las que se mezcla incluso a los niños. Repetimos: no es la bella forma externa
lo que nos importa, sino el contenido ideológico de la película, sus valores
constructivos. Por eso recomendamos en este caso una prohibición”. El 30 de
marzo, “El testamento del Doctor mabuse” es también prohibida. De inmediato,
Fritz Lang y Joe Pommer, seguidos de Siodmak, Kohlner, Colpe, Gray... los
principales responsables de “Secreto que Quema”, se exilian en Francia. El 31
de marzo, se anuncia el boicot a los negocios y establecimientos judíos y la
prensa corporativa anuncia “El
saneamiento de la Patria”. Es el comienzo del fin. Hitler impone su
dictadura de terror.
El peculiar triángulo amoroso durante una pausa del rodaje