lunes, 9 de diciembre de 2013

LA PARADA DE LOS MONSTRUOS


LA PARADA DE LOS MONSTRUOS (1932)
Tod Browning
 
 

"Freaks". Una producción de Tod Browning para la Metro Goldwin Mayer. Dirección: Tod Browning. Guion: Willis goldbeck y Leon Gordon. Diálogos adicionales: Edgar Allan Woolf y Alf Boasberg. Basada en el relato “Spurs” (“Espuelas”) de Tod Robbins. Dirección de fotografía: Merrit B. Gerstad. Montaje Basil Wrangles. Intérpretes: Wallace Ford, Leila Hyams, Olga Baclanova, Rosco Ates, Henry Victor, Harry Earles, Daisy Earles, Rose Dione. B/N. Duración 64 minutos.


En los estertores del siglo XIX, un niño llamado Charles Albert Browning decidió cumplir sus fantasías de infancia, abandonar la casa de sus padres y unirse a un circo ambulante. Se encargó en un primer momento de realizar las labores más ingratas: el cuidado de los animales, la limpieza de los carromatos… pronto se hizo amigo de los fenómenos del circo y conoció de primera mano los sentimientos mixtos de miedo, piedad y mórbida fascinación que inspira este mundo. Gracias a esta experiencia de juventud, Tod Browning fue capaz de transmitir estas emociones a lo largo de un celebrado ciclo de películas que realizó con Lon Chaney a las órdenes de la MGM (y en concreto, las maravillosas “El Trío fantástico”, “Garras Humanas” y “Los Pantanos de Zanzíbar”), donde el actor desplegó todos sus recursos para dar vida a una larga serie de villanos, físicamente deformes. La mayoría de estas películas hacían gala de un dudoso sentido de lo grotesco, llegando a incurrir en un abierto mal gusto (al estilo de “Santa Sangre” de Jodorowky). Pero las mejores comparten el mismo sentido de la emoción, la ternura y la poesía que han hecho de “Freaks” una experiencia inolvidable. De hecho, con la excepción de “El Hombre Elefante”, no recuerdo ninguna otra película que refleje la humanidad de los “fenómenos de feria” de un modo tan abierto e inequívoco como “Freaks”, aunque al contrario de la película de Lynch, en la que el retrato de John Merrit llegaba a extremos panegíricos, “Freaks” se enfrenta a sus criaturas en un entorno cotidiano, entregados a su rutina diaria, y sin esconder en modo alguno sus defectos y sus miserias. En suma, los muestra como lo que son: seres humanos.


El misterioso Tod Browning, rodeado de buenos amigos.


Freaks fue la tercera película de Browning en el sonoro. Tanto “Drácula” (1931) como “La Decimotercera silla” (1929) se veían lastradas por el estatismo propio de las primeras películas sonoras, una cierta teatralidad, las convenciones de Hollywood (rara es la película de horror de este periodo que no alterna escenas de pretendido suspense con otras de comedia que sirvan de interludio cómico) y una cierta timidez en su puesta de escena que David Pirie, en su libro “El Vampiro en el Cine”,  achacaba a la “aversión de Browning hacia lo sobrenatural”.


Una muestra de la pretendida aversión de Browning a lo sobrenatural: pese a algunas imágenes feéricas muy logradas, el director terminaba dando una solución racional  a la historia durante el clímax final de “Mark of the Vampire” (1935)


La película fue al parecer una idea del actor Harry Earles (el enano Hans de la película), que dio a Browning una copia del relato “Spurs” de Tod Robbins, sobre la venganza del enano de un circo frente a la acróbata que pretende robar su fortuna. La idea fue acogida con entusiasmo por Browning, que de inmediato quiso asumir la producción dentro de la Metro-Goldwin-Mayer. Louis B. mayer, empeñado en hacer de la MGM una productora “familiar”, se opuso a la realización de “Freaks”, pero Irving Thalberg, que vislumbraba el éxito en taquilla de un nuevo ciclo de películas de horror que ya peludiaban los recientes éxitos de la Universal, Drácula y Frankenstein, y familiarizado con la trayectoria de Browning (trabajaron juntos en “El Trío fantástico”) , vio de inmediato las posibilidades del argumento, impuso al propio Browning como director (no existía ningún otro posible realizador que pudiera implicarse tanto con esta historia a nivel emocional) y dio carta blanca al proyecto, asignándole un presupuesto de 316.000 dólares. Victor Mc Laglen, Mirna Loy y Jean Harlow fueron seleccionados para los papeles de Hércules, Cleopatra y Venus (aunque por un motivo u otro, ninguno llegó finalmente a tomar parte en la película); para los papeles de Freaks, el directo de casting visitó numerosos circos y verbenas, realizando fotografías a los “fenómenos” que trabajaban en ellos, a fin que Browning seleccionase a los más indicados. Dentro del grupo encontramos un mujer pájaro, tres cabezas de alfiler, un hombre sin piernas, una mujer sin brazos, un hermafrodita, y un “torso viviente”, el Príncipe Randian, que protagoniza una de las más recordadas escenas del film.

La profusión de leyes antitabaco no es el menor de los problemas al que se tiene que enfrentar Randian cuando quiere liarse un pitillo.

Freaks se divide claramente en dos mitades. La primera, con un tono manifiestamente ligero, donde escenas de carácter realista sobre la vida del circo se alternan con una sorprendente profusión de insinuaciones y chistes sexuales, algunos pueriles (los celos del insoportable novio tartaja de una de las hermanas siamesas; las ambiguas inclinaciones sexuales del hermafrodita…) y otros sorprendemente juguetones y subidos de tono: la escena en que Venus habla con Phroso mientras este permanece aparentemente desnudo en la bañera (un trampantojo; porque la bañera resulta ser un decorado que Phroso limpia desde el interior), así como una curiosa escena en que una de las siamesas parece excitarse con el beso que su hermana da a su prometido.

La hermanas siamesas comparten algo más que la cintura y disfrutan al mismo tiempo de las mismas sensaciones.
 


Es durante esta primera mitad cuando tiene lugar uno de los mejores momentos de la película, la escena en que las “cabezas de alfiler” juegan en el campo, ante la horrorizada mirada de los parroquianos, y son defendidas una figura fuertemente maternal, Madame Tetrallini, dueña de uno de los carromatos del circo, que protege a “sus niños”  frene a los extraños (las personas “normales”) y les tranquiliza haciéndoles ver que “Dios cuida de todas sus criaturas”.


Madame Tetrallini defiende a sus criaturas de la incomprensión de la gente normal: “Por favor… déjenlos jugar. Son como niños, ¡niños!”. Le falta decir: “ Incapaces de hacer daño a una mosca”. Pues bien… puede que a una mosca no le hagan daño, ¡pero Hércules y Cleopatra pronto advertirán que no son precisamente inofensivos!


El ecuador del film se centra en la escena de la boda entre el enano Hans y Cleopatra, la acróbata, en la que ésta, tras humillar a Hans (“¡mi pequeño monstruito!”) y alternar todo tipo de mimos y arrumacos con su amante Hércules, el forzudo del circo, acaba sucumbiendo al alcohol e insulta histérica a sus monstruosos invitados en el momento en que éstos le ofrecen su bienvenida a la hermandad (“Goble-Gooble… ¡One of us! ¡One of us!”). Una escena brillante, que requirió una semana entera de rodaje, en interiores con iluminación de arco de carbono y cámara muda, sin sonido directo. Al parecer, se rodaron cerca de 15.000 metros de película para una escena apenas superior a los dos minutos, donde se intercalan tomas panorámicas de los fenómenos de feria con al menos un toma de rara dificultad: un travelling hacia atrás filmado con grúa desde el centro de la mesa de celebraciones. El sonido, pregrabado, se sincronizaría finalmente en postproducción.

Un convite de boda verdaderamente inolvidable. Cleopatra alterna con su amante forzudo mientras se burla de su recién estrenado maridito: “Venga, mi pequeño precioso, bebamos. (…)Ah, mi monstruo de ojos verdes. (…)¡Mi marido está celoso!”

Hans escucha avergonzado cómo Cleopatra insulta a los invitados, mientras Hércules estalla en carcajadas: “¡VOSOTROS! ...SUCIOS! ...ASQUEROSOS! ...MONSTRUOS! ¡MONSTRUOS! ...FENOMENOS! ...FUERA DE AQUÍ!”

A partir de esta escena, “Freaks” se interna de un modo decidido en el cine de género. Los Freaks parecen contradecir la frase con la que les calificaba Madame Tetrallini (“Son sólo unos niños”) y se revelan como un grupo cerrado, con sus propias reglas y fuertemente cohesionados. Escena tras escena vigilan a la pareja de amantes, en la que adivinan instintos homicidas (Cleopata planea envenenar a Hans para hacerse en herencia con el rico patrimonio de éste). Los nervios acaban por traicionar a Hércules y Cleopatra, haciéndoles revelar sus planes criminales (“Los enanos... no son... no son gente fuerte... podría enfermar.” dice Cleopatra abiertamente a Frieda). Pero la gente del circo tienen sus propias reglas, como la película avisa en su introducción: “ofender a uno es ofender a todos”.  Y de forma paulatina y siniestra se hace evidente que los fenómenos de circo están confabulados, tramando una terrible venganza contra los verdaderos monstruos de la película, Hércules y Cleopatra, que bajo su aparente belleza esconden un interior codicioso y mezquino, en contraste con la solidaridad de los freaks, enfrentados a la normalidad de un mundo  al que “ellos no pidieron venir”. La melodía tocada por la ocarina de uno de los enanos, la muerte de Sigfrido, presagia el triste final de los amantes criminales.

Cleopatra comete el error de catalogar a Hans sólo por su tamaño. Pero Hans no es el niño que ella cree mandar a la cama tras darle un besito de buenas noches, sino un hombre hecho y derecho con los apetitos de una persona de mayor tamaño y la frustración de un carnudo impenitente.



Cleopatra sospecha que si los Freaks la miran con tanta atención no es sólo por su atractivo físico.

En una escena de fuerte sabor gótico, rodada en interiores, con el diafragma cerrado, y  bajo un torrente de lluvia artificial que parece inundar los carromatos, Hércules y Cleopatra son perseguidos por los Freaks, armados de cuchillos, navajas, palos y piedras; gateando, arrastrándose por el barro (incluido el Príncipe Randian en una toma insólita y terrible), saltando sobre sus muñones… cercando lentamente a los amantes criminales hasta hacerlos sucumbir bajo su número. Los cuchillos resplandecen en la oscuridad, brillando con el resplandor de los relámpagos en plena tormenta. Hércules cae pronto, aunque su verdadero final ha sido escamoteado de las copias actuales de la película (existía al parecer una escena censurada desde el estreno, en la que se veía a Hércules al final de la película, en el teatro de Madame Tetrallini, cantando con voz de contratenor). Y en cuanto a Cleopatra…

La pobre Cleopatra, mutilada cruelmente, no parece servir más que para hacer caldo.

Tres finales distintos según Danny Peary (en su libro “Cult Movies”): El primer final, el que se difundió a partir de la década de los sesenta (y que claramente fue concebido como la imagen con que debía concluir la película) es la famosa toma de Cleopatra, mutilada, tuerta y con las cuerdas vocales cortadas, disfrazada como una gallina y gimiendo con un cocoreo inhumano, en su última etapa de degradación, al igual que el profesor Unrat en El Ángel Azul. En los dos restantes, Hans reside en una rica mansión y recibe la visita de Frieda, Phroso y Venus; tras pedir perdón a Frieda, ambos deciden dar una nueva oportunidad a su relación. Un final feliz incorporado por Thalberg tras las proyecciones iniciales, salvo por una toma incluida en algunas copias, donde Hans parece sugerir con la mirada que quizás aún permanece enamorado de Cleopatra, y que su matrimonio con Frieda no será tan idílico como pudiera pensarse.


Hans y Frieda, hermanos en la vida real. Una bonita historia de amor… echada a perder por una rubia de bote de tamaño familiar.
 


“Freaks” fue considerada como un serio traspiés de la MGM, pero es muy posible que su fracaso fuera impulsado por el propio Louis B. Mayer (y su fiel ejecutivo, el productor Harry Rapf, que le servía de esbirro), a fin de cortar las alas a su pupilo Irving Thalberg, que empezaba a volar alto por su propia cuenta. De hecho, aunque la película apenas duró dos semanas en Nueva York, Los Ángeles o Chicago, y fue vetada por muchas salas de cines del sur de los Estados unidos (Texas, Minessotta, Atlanta…) espoleada por los “guardianes de la moral” y la fiera acogida de la crítica especializada que la trataba como una película “aborrecible, obscena, terrible y degradante” (crítica del Hollywood Herald), no es menos cierto que fue muy bien acogida en diversas ciudades como Boston, Cleveland, Houston, Cincinnati y Minneapolis, con ingresos hasta seis veces superiores a los obtenidos por otras películas en exhibición, por lo que cabe pensar que fue víctima de la lucha por el poder dentro de la productora. Años después, un exhibidor independiente, Dwain Esper (también cineasta de pseudo-documentales adscritos al género exploit) compró los derechos de exhibición y proyectó la película en circuitos rurales, sin el logo de la MGM y con distintos nombres como “The Monster Show”,  “Forbidden Love”, “Nature´s Mistakes”. Paradójicamente, pese a considerarse un fracaso económico y ser renegada por su propia productora, “Freaks” siguió proyectándose durante la década de los cuarenta, obteniendo ingresos regulares.


Una escena del rodaje: la boda de Hans y Cleopatra.


La hostil recepción de la crítica hacia “Freaks”, que parecía reducir la película a un mero catálogo de horrores (y que propició que su estreno fuera prohibido en el Reino unido hasta bien entrada la década de los sesenta) no fue tan generalizada como suele pretenderse por los estudiosos del cine. Desde un principio, algunas voces autorizadas, como el crítico del New York Herald Richard Watts, Jr., y la escritora Penelope Gilliat alababan la dirección de Browning y consideraban a Freaks como una película “excitante y, por momentos, sorprendentemente emotiva”; una “obra de arte”, que arrastró durante años la vitola de film maldito, prácticamente imposible de ver en Europa hasta sus proyecciones en los festivales de Cannes y Venecia, tras la muerte de Browning por cáncer de laringe, y que fue rescatada por el movimiento “contracultural” de los años sesenta que inmediatamente la proclamó como una película de culto y la obra maestra que hoy suele reconocerse.

La reposición de la película en los años 60 fue acogida con entusiasmo por un público entregado a nuevas experiencias.

Se suele considerar que el fracaso de “Freaks” relegó a su director a la realización de productos de segunda fila, pero lo cierto es que Tod Browning nunca se adaptó del todo al sonoro y tuvo la mala suerte de que Lon Chaney muriera prematuramente en 1930, pues el propósito de Thalberg y la MGM era relanzar el ciclo de películas de horror que hicieron famosos a ambos en el periodo mudo. Con altibajos, su carrera se prolongó durante toda la década de los treinta. En 1935 realizó una desganada versión de “La Marca del Vampiro” (remake de “London after Midnight”) y al año siguiente, la mucho más popular “Muñecos Infernales” (“The Devil Doll en su versión original) una adaptación muy libre de la novela “Burn, witch, burn” de Abraham Merritt, con Lyonel Barrymore, otro actor habitual en las películas de Browning, interpretando a un inventor loco, trasvestido de abuela para vengarse de aquellos que provocaron su ruina; una combinación de los personajes interpretados por Lon Chaney en “El que recibe el Bofetón” (1924) y “El Trío fantástico” (1925).

El director, preparando su jubilación anticipada con la ayuda de Lyonel Barrymore, durante el rodaje de “Muñecos Infernales”



La última película de Browning “Miracles for Sale” (1939) fue un entretenimiento digno pero muy menor y sin apenas repercusión. Fallecida su esposa, en 1942, y tras ser despedido de la MGM, Browning disfrutó de un plácido retiro hasta su óbito, veinte años después. Murió olvidado por todos y sin ver reivindicada su obra.

“Miracles for Sale” también es el nombre del cuadro homenaje de Joe Coleman al director Tod Browning.

1 comentario:

  1. Impecable exposición argumental y análisis de las constantes que rodearon la producción y exhibición de la película. Como de costumbre, da la sensación de que se acaba de visionar elfilm con una voz en "off" explicando sus matices. Personalmente creo que el final elegido es la mejor rúbrica al tenso horror que la precede. -El sobrino oze Luí.

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